viernes, 5 de marzo de 2010

Este barco de locos

Me vienen a la memoria  una canción. Una canción que escuche cuando tenía veintipocos años, sentado en una playa en la isla de Arosa, mientras la madrugada destilaba sobre la marea y una luna grande como un queso iluminaba el cielo. Me sucedió el otro día volviendo de lejano lugar, perdido en el norte, un pequeño pueblo de la costa da morte donde uno de nuestros corazones favoritos sufría en silencio la pérdida de un ser querido. Uno no puede dejar de hacerse preguntas cuando vive  determinado tipo de situaciones, como si esas situaciones estuviesen anteriormente permaneciesen ocultas el cerebro sin ningún tipo de explicación aparente, y llegado el momento saliesen a flote.

 

Aprendí con los años que la vida siempre te otorga oportunidades para todo. Miro sobre el hombro del encuentro y me encuentro un poco mayor;  como dice la gente del mundo de la moto " un poco pasado de vueltas “ Empiezo a notar cierto peso en los años aunque todavía me considero joven. Con los años quizá esté ganando perspectiva y miro  las cosas de una manera diferente y creo honestamente que me he hecho un  poco más sabio sobre todo después de mis vivencias,  tanto para las buenas como para las malas. Otros que podrían haber sido sabios no llegaron nunca ello, como mi amigo julio,, mi buen amigo Jaime, como tantos otros … La vida les arrebató su propio tiempo.

 

Los años te hacen sabio. Si tuviese que definir la sabiduría diría que es la capacidad de no cometer l errores pasados y cometidos en una experiencia anterior. Entonces definitivamente me hago viejo, y me estoy dando cuenta de ello poco a poco. La luna brillaba alta sobre el cielo limpio en aquel pueblo de la costa da morte. Aquella situación volvió clara a mi mente,  escuchando aquella canción en una playa solitaria de la isla de Arosa volvió nuevamente. En aquel momento lo dije, destilando lágrimas amargas que cayeron en la arena.  Y lo digo hoy, con el alma chica y desordenada en el interior.  Maldita sea, la vida es un asqueroso barco lleno de locos. Estamos todos locos. Vivimos eventualmente, no sabemos dónde vamos, no sabemos nuestro destino ni sabemos si llegaremos o quedaremos embarrancados en  una playa, o si por el contrario se nos hunde el puñetero navío. La vida es un diorama cruel, un escenario escaso sin actores, sin obra para representar, sin público. Amamos mientras podemos, y siempre perdemos a quienes amamos; de una manera o de otra, pero los perdemos. La vida transforma la amistad en indiferencia, el recuerdo en olvido, el amor lo transforma en odio, los ojos que un día amamos son los que luego no queremos volver a ver. Todos juntos vamos en este barco, buscando un puerto que no  existe, surcando un mar impenetrable e  infinito, poniendo las velas hacia el sol sabiendo que la noche llegará algún día. Todos juntos, todos. Sorteamos el mar de la existencia en este barco de locos. Lo supe cuando tenía veintipocos años. Y el otro día en ese pueblo del norte, herido en la costa da morte los récorde nuevamente. Es curioso: en la costa da morte recordé el significado de la vida. La vida es tenerlo todo y en cierta forma perderlo todo.

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