C O R D U R A

Cordura:Estado psíquico de la persona que tiene la mente sana y no padece ningún trastorno o enfermedad mental.

I N S T A N T E

Instante: Período de tiempo muy breve, casi imperceptible.

UN BREVE INSTANTE DE CORDURA

Un paseo de la mano de la introspección y la reflexión sobre la locura de la vida moderna.

oTrOs lO dIcEN

Do you still believe in fairy tales, in battlements of shining castles, Safe from the dragons that lie beneath the hill?

La Bitácora personal...

De un soñador de Bits en Pijama

miércoles, 27 de mayo de 2009

La vida empieza a los treinta y siete

Sur de Tenerife
Viernes
Tomo café. Barraquito. Cuánto tiempo. Rico y fuerte. Los demás toman de todo un poco. Caipirinha. Café especial, Gin tonic, Cerveza, Rioja.. En el mar, teñido al fondo de gris, un barquito de vela se mueve con soltura en el horizonte. El viento que trae la noche es cálido. El sueño del verano se acerca. Las lonas que hacen de techo del local me recuerdan a otros viajes, otros lados, otra gente.

Mueve los bracitos. Es tan pequeña y mira, míra como la hemos traido tantos kilómetros. Mueve un brazo, luego el otro. Qué bonita és. Un epicentro formado de nosotros y por nosotros. La protagonista principal de todo y por todo. Hace que se borre la distancia y la nostalgia. Nada es tan grande como ella. Tiene frío. La acurruco contra mí. Es increible. Esos ojos llenos de cálida inocencia lo inundan todo. El mar, al fondo, me ataca con una andanada de recuerdos. Y de pronto rie, rie con esa risa que es un paisaje hermoso lleno de amor y dulzura. Esa risa que me arrasa por dentro, que me vuelvo loco, loco. Esa risa que se contagia a todo, a los ojos, a los labios, a las orejitas diminutas. Y esa risa derrota al mar, que recuerda a otro, a otro escenario, a otra etapa de la vida. Y entonces entiendo. Ya nunca, nunca más podré sentirme nostálgico de nada. La vida empieza de nuevo. ¿quién dijo que no se podía empezar a vivir a los trentaisiete años?

martes, 26 de mayo de 2009

Aviones

Hubo un tiempo en el que los aviones me recordaban la libertad. En realidad pasé por todas las divisiones posibles: Tierra, Mar y aire... al estilo de los cuerpos del ejército. Empecé hace años añorando los trenes que- al contrario de los de Sabina- viajaban hacia el sur. Eso me sucedió en la veintena, con el corazón sangrando pena por los cuatro costados. Los contemplaba desde los puentes peatonales que discurren siguiendo la vía en mi ciudad natal. Allí lloré muchas noches en silencio, contemplando los trenes que se iban y se iban. Era el llanto de un huérfano reciente con el corazón roto por amores de mala hora. Un cóctel explosivo. Antes me había pasado con los barcos, cuando niño, a los que podía observar durante horas y horas. Miles de horas. Y eran de todo tipo: los remolcadores que parecían tipos gorditos de cara alargada, los transbordadores, que eran los barcos que siempre volvían, los ro-ro y los cargacoches, que eran como paredes puestas en el mar. Los contemplé con alma de niño y sentimientos de niño. Evadiendo mis problemas a través de ensoñarme con ellos.

Y en la treintena surgieron los aviones. Me gustan sus formas. Sus líneas estilizadas. Sus alas. Y sobre todo esa sensación a viaje largo y a escenarios nuevos. Lo escribía Miguel Ferreiro en su Blog hace unos cuantos dias. Comentaba que a él los aeropuertos le transmitían una enorme sensación de nostalgia. A mi algo parecido. Tengo nostalgia cuando nos los veo y me produce morriña ver allá a lo lejos, a cien mil metros de altitud, como cantaba Toquinho, los aviones discurriendo blancos sobre un cielo azul. Hace pocos días me curé de la nostalgia. Volvimos a viajar a tierras nuevas y a espacios nuevos. Esta vez con pasajera nueva a bordo. Espero que a ella también le gusten los aviones. Sus sonrisas parecían demostrarlo.