Asalta el ambiente electoral las páginas de los diarios y las ediciones de informativos. Este año, debido probablemente a que nos hemos pasado de precampaña toda la legislatura, no se nota un especial interés en la gente. Nos estamos convirtiendo en una democracia bipartidista con demasiadas tendencias dentro de dos partidos mayoritarios. Debe ser que las opciones deben delimitarse, para no tener demasiada libertad de pensamiento, o demasiadas escuelas políticas que manejar. Es irritante lo de los españolitos de a pie. O eres del Real Madrid, o eres del Barça. O del PP o del Psoe. O de izquierdas o derechas. O puedes incluso convertirte en un bicho raro que vote a los mal llamados partidos nacionalistas. Es una realidad terrible, pero palpable. Qué manía con eso de clasificar a la gente en una cosa o en otra. Pero solamente dos, que si no el cerebro no da para más.
Esta democracia nuestra es, en realidad, una prostitución de lo que debe ser auténticamente un sistema político. Me explico: si alguien me preguntó con 20 años –edad en la que yo estaba muy comprometido políticamente- cual era uno de los déficits más potentes de la democracia española, seguramente le contesté que tenínamos una enorme falta de talante democrático en la sociedad en general Dieciséis años más tarde sigo opinando lo mismo. Nos falta talante, nos falta ganas y nos falta educación. Del adversario no respetamos nada. Cuando digo nada es nada. No aceptamos ni una idea, ni un debate y nuestros politicuchos de a pie entran directamente en una especie de “debate de patio de comadres” faltándose al respeto, insultándose veladamente, descalificándose.
Ahora, todo el mundo empieza a pedir votos. Solamente un partido político de todos los que este año quieren volver a subirse al carro electoral de representación pública, me ha hecho llegar su programa. Y ni siquiera es de los mayoritarios. Para ello he tenido que descargármelo vía internet. Del resto no hay ni rastro. Ni un solo documento que me sirva para comparar, ni un solo intento de poner sobre la mesa posibles realidades políticas y determinados modos de actuar.
No cabe duda, nuestros políticos han perdido el norte. Pero la culpa es de quien los vitorea en vez de compararlos. Porque a fin de cuentas parece que nadie ha caído en la cuenta de que los Conservadores de este país son, en realidad, democrata-cristianos, y los socialistas tienen de socialistas sólo el nombre, porque son realmente socialdemócratas y que los que quieran tendencias socialistas van a tener que encontrarlas en otra parte. Los tiempos de las politicas de izquierdas no han llegado todavía a este pais.