C O R D U R A

Cordura:Estado psíquico de la persona que tiene la mente sana y no padece ningún trastorno o enfermedad mental.

I N S T A N T E

Instante: Período de tiempo muy breve, casi imperceptible.

UN BREVE INSTANTE DE CORDURA

Un paseo de la mano de la introspección y la reflexión sobre la locura de la vida moderna.

oTrOs lO dIcEN

Do you still believe in fairy tales, in battlements of shining castles, Safe from the dragons that lie beneath the hill?

La Bitácora personal...

De un soñador de Bits en Pijama

miércoles, 28 de noviembre de 2007

La Promesa de Belem


Tras las gafas de sol escondí un poco mi emoción. Tardé, pero cumplí. Cumplí con lo prometido. Allí estaba, delante de mi. No es grande precisamente, ni precisamente destaca sobre el resto. Pero su mármol blanco, sus almenas estriadas, su patio largo hacia el Tejo, sus balconadas cuasi barrocas la hacía prevalecer sobre el entorno. Había vuelto. Cumplí con lo prometido.

Volví dieciocho años más tarde. Con el doble de la edad que tenía cuando fuí a verla por primera vez. Y era de lo poco que sigue exactamente igual que cuando contemplé Lisboa por primera vez. En dieciocho años me ha cambiado la vida tanto y tantas veces que apenas puedo decir que sepa realmente qué pensé cuando la contemplé con los dieciocho años pululando entre las venas. Quizá lo que pienso ahora: que es una obra de arte hermosa. Y que el tiempo pasa por ella mejor que por mí.

Cuando tenía dieciocho años prometí que volvería a Lisboa con el amor de mi vida. De aquella, pensé que el amor tendría otro nombre y otros apellidos. Pero qué mas da si lo importante es que volví con quien debía. Volví dieciocho años más tarde. Volví más viejo, más cansado pero hecho un hombre. La promesa que le hice a aquella torre, fue cumplida. Como cuando los navegantes portugueses lo hacian al salir a navegar al nuevo mundo y volvían a casa. En Lisboa, hace unos días yo me sentía así. Como un navegante que vuelve a casa. Con los ojos empañados, un poco solamente. Ire sacaba fotos y disfrutaba de la tarde. Y yo me sentí el hombre más dichoso del mundo, con los deberes hechos. Bien por Belem. Y bien por mi.
Posted by Picasa

martes, 27 de noviembre de 2007

Carta para un Joven Amigo

Tenemos un tiempo delante. Un tiempo en el que las palabras, probablemente, van a sobrar. Nos esperan horas desazonadas y de una extraña y fría soledad. Recuerdo que cuando yo tenía tu edad, pensaba que la vida no podía ser más maravillosa. Aprenderás que toda apreciación será matizable por la propia vida. Notarás que te duele el pecho algunas veces, que el día no es tan brillante como debería y que el sol no calienta como quisieras. Y esos días, espero, que pienses en las palabras que ahora te escribo.

La vida es hermosa. Piensa en todas las cosas que ves en cada instante. Fíjate en el azul del cielo por las mañanas. Fíjate en el color de las cosas. Cuando llueva, observa lo maravilloso que es el tintineo del agua. Todo forma parte de todo. Todo está vinculado con todo. Tu eres todo.

Es cierto: notarás algunas veces que la vida no vale nada. Que nada merece la pena. Pero eso son sólo los momentos en que la droga de vivir deja de hacer efecto. Percátate de todo lo que te rodea. Todo se ha hecho para ti, para que lo disfrutes, para que sepas como és.

No dejes de amar la vida, aunque por desgracia ahora mismo te haya cambiado radicalmente. Te queda todo por vivir. Un día tendrás a alguien con quien compartir una puesta de sol, tendrás amigos que tocarán tu alma los días de lluvia, con los que compartirás café y conversación, viajarás a sitios insospechados, disfrutarás de la vida en cada momento. Habrá noches con lluvia de estrellas, con risas y una hoguera. Y en ese instante no desearás más que sentir que la vida corre a borbotones por tus venas.

Hace cuatro años, un amigo mío emprendió un gran viaje del que no ha vuelto ni volverá. Recordé que muchas veces, a lo largo de nuestra vida juntos, cantábamos una canción que hoy te voy a poner aquí. Escúchala y dime si te dice algo.

Cuídate mucho, joven amigo...



MÁS DE CIEN MENTIRAS...
Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.

Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.


Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes sin nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.


Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobres exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.



Posted by Picasa

viernes, 23 de noviembre de 2007

Para el dolor de quien más quiero

Definitivamente: no sé hacerlo.
Hubo un tiempo en que pensé que sabía como consolar a la gente que más quería. A mis amigos, a mis amores. Todo el mundo decía que yo sabía escuchar. Evidentemente me equivoqué. O se equivocaban, bienintencionadamente pero se equivocaban.

Siempre digo que cuando alguien se va, no hay medicina ni remedio que pueda llenar el hueco abismal que nos deja. Es un agujero negro en el pecho, un estigma, una llaga insodable. Y más si esa persona a la que perdemos es tan excepcional como ha sido nuestro caso. No sé consolar a quien más quiero porque, generalmente, es ella quien me consuela a mi. Me hace más fuerte, me hace más humano. Y yo fracaso haciéndolo.

Sufro porque no tengo palabras que aplaquen ese dolor que arde en el centro. Porque no tengo luz para ese agujero negro, porque las llagas y los estigmas también son míos. Le pido perdón a quienes quiero, a mi nueva familia, porque no sé hacer nada mejor de lo que estoy haciendo ahora.

Ojalá mi amor comprendiese lo que yo a veces comprendo. Lo siento, lo siento tanto. Me duele tanto. ¿Cómo puede ser su dolor? ¿Qué dimensiones alcanzará su pena y la de los suyos sabiendo lo mucho que conocían al gran corazón que se fue estos días? Me lo perdí, amor mío, y jamás sentí tanto no conocer más a ese corazón enorme. Me lo perdí ahora, que me quedaban tantos años para conocerlo, para verlo, para intimar con él. Para aprender de él. Mi dolor es una pérdida por lo que pudo haber sido y no fue. ¿Qué tipo de dolor tendrás tú, que tipo de yaga teneís vosotros, a los que tanto quiero? Vosotros que lo disfrutasteis tanto, que lo amasteis de esa manera, debeís sufrir lo indecible. Me quedo en silencio viendo vuestras lágrimas y no sé hacer nada que no sea callarme y esperar y mostrar mi corazón, por si necesitais algo de él.

Quiero pensar que un día, en algún lugar, todos nos encontraremos de nuevo. Y en ese lugar no habrá dolor, ni tiempo. Y todos estaremos juntos tanto tiempo como queramos. Un día, algún día... como decía alguna canción.

Un dia color de melocotón
cuando al fin todos seamos libres
cuando las piedras se puedan comer
y ya nadie sea más que nadie...
Canta por mi
si no estoy yo aquí
viene el día en que seremos puros
Como el cielo de Verano sobre el Mar...

Ya sabes lo que te digo, amor mío. Nuestra patría final será el firmamento. Ahí donde viven después los que se van ahora. Nos vemos todos allí, en las estrellas...
Posted by Picasa

lunes, 5 de noviembre de 2007

Esos pedazos extraños de mi corazón

Hacía tiempo que no me veía ni yo a él. Me tendió la mano como siempre, como cada vez que nos vemos... aunque pase el tiempo hay gente que es de una determinada manera. Cristalina y afable. Y no sabe ser de otro modo. Es cierto: hay gente que es así. Todavía quedan de ese tipo de personas. Hay días en que la gente se empeña en hacerte ver esperanza. Bendito error.

Me tendió la mano y finalmente nos pusimos a hablar de lo que ultimo ocurrido en nuestras vidas. Esto de verse de pascuas en ramos es lo que tiene... que de pronto nos vemos tan cambiados, con horarios diferentes, con momentos mudados, con corazones en metamorfosis continúas, tan distintos, con tantas y tantas novedades que realmente tienes demasiado para contar y no sabes por donde comenzar el relato. Un viejo conocido. Un colega. Lo conozco desde que tenía dieciséis. No puedo decir que fuésemos amigos. Pero compartimos sudores, lugares de trabajo, lugares de esparcimiento... la vida nos lleva algunas veces de la mano, y no sabemos ni siquiera cómo ni por qué. Si me hubiesen dicho cuando lo conocí que después de tantos años coincidiríamos en una celebración privada, nunca lo hubiera creído. La vida es sorprendente. Estaba allí, con su hija de cortísima edad. El y su novia de toda la vida. Ahora, ya puedes llamarla mujer, evidentemente. Qué sorpresa. Tanto tiempo viéndonos esporádicamente para acabar en un punto en común. Nuevos corazones para un mundo sin corazón. La vida es así de cíclica, previsible y evidente. Bendita sea la propia vida.

Hoy unos amigos -algunos de mis corazones favoritos- celebraban el bautizo de su hija. Saqué fotos, bebimos, cantamos, aplaudimos... hace tanto tiempo que los conozco que son como una parte de mi. Una parte presente y que pocas veces veo. Tengo planes para ellos, tengo sueños con ellos. Ahora ya son tres. Tres corazones. Quiero verlos envejecer. Quiero ver crecer a su hija. Quiero tantas y tantas cosas.

Hoy, viendo a mis amigos con sus hijos, lo sentí: el amor es contagioso, como me dice quien más quiero. Es una energía viva. Vive en nosotros y nos contagia. Nos llena, a los que somos de buen corazón, a los que no queremos el mal, y nos rellena por dentro de una suave y cálida luz. Qué razón tiene mi amor: el amor lo es todo y no es una simple cursilería. Es una realidad. Hoy lo sentí aquí dentro, donde late el pecho. Los hijos de quienes quiero (Mis sobrinísimas, la hija de mis amigos...) son esos extraños pedazos de mi corazón. Son pedazos nuevos. Son historias nuevas. Son amores nuevos. Creo que en días como hoy jamás he amado tanto la vida.

El sol se puso detrás de las islas y nos marchamos. Dentro de mi corazón habita esa cálida luz. Cuando veo a quien más quiero, y me siento a su lado, siento que todo lo que hacemos está bendecido por algo o por alguien. Quizá uno de estos días tengamos otro pedazo -más nuestro, más intimo- de corazón para nosotros. Que sea nuestro . Que podamos disfrutar y dar a quienes tanto amamos. Hoy recibimos. Y mañana daremos. La vida es un trueque gigantesco. Los corazones nada piden y todo lo dan.



Para Marina, Pascu y Adela...
y para ese otro corazón de tanto tiempo.