lunes, 21 de octubre de 2013

Pequeño 15




Los listos del lugar habrán adivinado el titulo de una canción de Depeche Mode. Pues sí y no , me digo. Y les digo. Que los tiros van por ahí, y por otro lado no van. La culpa, la culpa de todo, la tiene mi insomnio. Y los momentos de biberón nocturnos, que me desvelan y me desapegan de los horarios de sueño. Cosas de la vida.

Me pasó anoche, cuando por fin después de una noche terrible de insomnios forzados, lloros y bibes consoladores, mis huesos pudieron tener un relajo a eso de las cinco. Me quedé en un estado extraño, a medias dormido a medias consciente ( que no despierto) Me subí al tobogán de morfeo o del orfeo negro brasileiro:  Mañá é unha linda mañá y de pronto me ví a mi mismo contemplando una extraña y primaveral estampa de tarde , sentado en un banco de piedra al final de la playa de Samil. A mi lado, una chica y un chico. El chico tenía una camisa muy conocida, unos ademanes también demasiado conocidos. Y la chica, esa chica, también era muy conocida. Con un largo pelo sedoso que llegaba a media espalda, y unos labios carnosos. Ella le hablaba de Huelva, de sus amigos, de sus vacaciones con los padres. Y el la contemplaba absorto, como ausente.




De pronto, algo me estalló dentro. De pronto sucedió.  De pronto me reconocí. "vaya sueño". Me dije. Porque el chico del banco era yo, con mis pequeños quince años,  con una camisa a cuadros rojos, muy elegante y unos pantalones vaqueros degradados. La chica fue la primera chica de la que pude decir que me enamoré. Y su nombre queda aquí, en el anonimato.
Su pelo flotaba, con la arena al fondo del diorama, una ola tras su pelo. Un perrito juega en la arena. Un mar que es azul, sus labios carnosos que cuenta, que se mojan  y que hablan. Esos ojos, los ojos azules y verdosos de un instante. Soplaba la brisa, el aire inunda de sal y de aroma a mar. La blusa azul se ondea y peina ante el viento. Estalla la luz de la tarde , amarilla y clara. Una barca al fondo, el verde de la península del morrazo, El sueño. Nace , se revive. Es un instante. Ya llega. Eramos limpios. Limpios y puros en un amor sin revelar, limpios y puros en un amor sin deseo, un amor sin dolor, un amor sin desgarros y sin egoismos. Una mano contra otra mano. La caricia. El acercamiento. Dedos largos y perfectos contra unos dedos adolescentes. Lleva las uñas pintadas y el colgante que le regalé. Sus labios la frontera. Sus labios el deseo. El aroma de su aliento. La tarde. Un revival, un instante. Me reí. Parecía tan real como si hubiese  sido capaz de viajar en el tiempo. Luego me quedé dormido. No recuerdo haber soñado más.

 Eramos limpios. Limpios y puros en un amor sin revelar, limpios y puros en un amor sin deseo, un amor sin dolor, un amor sin desgarros y sin egoismos.

Pequeños quince. ¿Donde fuisteis? No deberíais de haberos ido jamás.

Desperté satisfecho. Lo primero, por dormir. Y por otro lado por haber reencontrado un momento que parecía perdido. Un momento en el que creo recordar que fuí muy feliz. Lo había olvidado. Pero esta noche, que curioso, lo he recuperado. Espero que sea para siempre.
  

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