lunes, 5 de marzo de 2012

Asimetría Perfecta


Contemplo esta mañana las fotografias de mi amigo Roberto Videla alojadas en internet. Admiro sus imagenes, su manera de realizarlas, su alto contraste, las formas y las simetrías . En el mundo podría llevarlo incluso hacia mi vida personal, que siempre me han gustado las formas bellas, la búsqueda incansable de la belleza en todo lo que me rodea. Aunque pocas veces he logrado encontrar la simetría perfecta que se le presupone a a belleza. Por eso me gustan las fotos de mi amigo Roberto porque son simétricas, tienen esa visión caleidoscopica  que se atisba en la hermosura. 

Me he dedicado ultimamente a buscar la belleza en todo aquello que me rodeaba, incluso en las viejas fotografías que un día fueron mías. Pero contempla el muchacho de xx años que retratan esas fotos y me cuesta mucho creer que haya sido yo alguna vez. Contemplo mi imagen del Espejo más cercano y comprobar la simetría no existe, la belleza se ha ido, y solamente en una extraña parte de mi cerebro todavía se aloja el sentimiento de haber sido en determinado momento un poco más simétrico y por añadidura un poco más bello. En el fondo me siento un William wordsworth de saldo, de autentica baratija, a la hora de escribir este breve comentario. Por eso voy a las fotografías de mis amigos, como Roberto, Jorge y encuentro en ellas ánimo  el alimento  para un cuerpo y un cerebro que empiezan a encontrarse un poco cansados. El esplendor, el esplendor aquellos tiempos en los que uno de tan bello, exacto, hermoso y lleno de luz como sólo la juventud puede darte en determinado momento. 

Marchito alegre y sonriente sabiendo que cumplo el ciclo de la vida con extraña nostalgia de quien fui. Alegre por ser quien soy, y esperanzado por encontrar todavía un mañana mejor. Porque dentro de mí imperfecta simetría reconozco ser un hombre feliz. . No echo de menos el esplendor en la hierba de la flor marchita. El futuro no es lo que solía ser, pero honestamente tampoco me importa. Soy yo, y sigo aquí. Por eso en mi corazón devienen alegrías que en otros tiempos no tuve. No fui un joven feliz, pero soy un adulto realizado. El esplendor del tiempo ido, de la flor marchita, del agua pasada, de la luz apagada, queda únicamente para esa parte de mi que todavía sigue siendo un poeta.  Por suerte o por desgracia esa parte cada día es más pequeña. 


aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo,
en aquella primera simpatía
que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre,
en los consoladores pensamientos que brotaron
del humano sufrimiento
y en la fe que mira a través de la muerte,
Gracias al corazón humano, por el cual vivimos,
gracias a su ternuras, a sus alegrías, y a sus temores
la flor más humilde, al florecer, puede inspirarme
ideas que, a menudo, se muestran demasiado profundas para las lágrimas
William 

Wordsworth (esplendor en la hierba)

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