martes, 11 de agosto de 2009

Pactos renovados.


Salí de noche del hospital. Las noticias eran buenas. Ultima noche de quien más quiero en el recinto. En dos días volveremos a estar todos juntos. El alma, el espíritu, estaba más relajado. Una cálida luz interior inundaba serenamente el momento. Salí por el garaje. Estaba cansado. Días durmiendo pocas horas, algo de estrés, intranquilidad, decepción en lo personal con algunas personas de mi entorno cercano por su dejadez y laxitud... todo aquello quedará atrás. Me dije a mi mismo que la vida merecía la pena. Quedan pendientes cosas por hacer, cosas que quedaron en el tintero porque la salud es lo principal en algunos momentos. Este pequeño bachecito quedará atrás. Retomaremos lo que ibamos a hacer.

Me recibió la noche, noche de verano. Las estrellas estaban allí, despúes de tánto tiempo sin verlas. Tomé aire. Olor fresco a hierba y a vida. Me sentí bien.

Recordé lo pactado con la propia vida. Vivirla sin demora, sin medida, beber de ella, emborracharme de ella, seguir disfrutando de vivir como el néctar, la ambrosía esencial de la exitencia. Renové ese pacto. El cielo de Santiago es un espejo donde la vida se refleja serena y diáfana. Que lejos y qué cerca hemos tenido las estrellas. Pacto renovado. Y aunque algo herido, algo decepcionado, sigo sereno, fuerte... y en pie. El amor vuelve a casa. Esa es la mejor noticia.

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