miércoles, 27 de mayo de 2009

La vida empieza a los treinta y siete

Sur de Tenerife
Viernes
Tomo café. Barraquito. Cuánto tiempo. Rico y fuerte. Los demás toman de todo un poco. Caipirinha. Café especial, Gin tonic, Cerveza, Rioja.. En el mar, teñido al fondo de gris, un barquito de vela se mueve con soltura en el horizonte. El viento que trae la noche es cálido. El sueño del verano se acerca. Las lonas que hacen de techo del local me recuerdan a otros viajes, otros lados, otra gente.

Mueve los bracitos. Es tan pequeña y mira, míra como la hemos traido tantos kilómetros. Mueve un brazo, luego el otro. Qué bonita és. Un epicentro formado de nosotros y por nosotros. La protagonista principal de todo y por todo. Hace que se borre la distancia y la nostalgia. Nada es tan grande como ella. Tiene frío. La acurruco contra mí. Es increible. Esos ojos llenos de cálida inocencia lo inundan todo. El mar, al fondo, me ataca con una andanada de recuerdos. Y de pronto rie, rie con esa risa que es un paisaje hermoso lleno de amor y dulzura. Esa risa que me arrasa por dentro, que me vuelvo loco, loco. Esa risa que se contagia a todo, a los ojos, a los labios, a las orejitas diminutas. Y esa risa derrota al mar, que recuerda a otro, a otro escenario, a otra etapa de la vida. Y entonces entiendo. Ya nunca, nunca más podré sentirme nostálgico de nada. La vida empieza de nuevo. ¿quién dijo que no se podía empezar a vivir a los trentaisiete años?

1 comentarios:

Miguel Ferreiro dijo...

Con tus palabras transmiten un montón de emociones. Simplemente genial.

Un abrazo
Miguel