lunes, 29 de octubre de 2012

Palabras para Manuel


No quiero dejar pasar el momento. ¿Me permiten la premeditación? Llevo tiempo esperando escribir esto.  O no. O quizá mi impulso de escribir esta noche, obedezca fielmente a la misma motivación y génesis de  aquellos versos de Neruda - que podrían ser los mas tristes- y mi texto no quiera dejar de influenciarse por esos sentimientos.  Afuera, hoy también aquí, titilan limpios los astros. Un frio extraño y casi iimpropio recorre la calle desierta. Me refugio en el computador para sacar algo de lo que llevo dentro desde hace tanto.

Soy poco dado a las amistades en el trabajo. Mis amigos, los pocos que tengo, tienen procedencias muy diversas y siempre del exterior del entorno laboral. No suelo prodigarme demasiado en cenas de empresa, ni en copas después de la jornada. Que nadie me tache de ser huraño. O por lo menos no más de lo que suele ser cualquier persona varapaleada por la vida en múltiples ocasiones. Es una simple política. Pese a todo , después de ello, la vida dicta sus propias reglas y no me causa duda que toda práctica en ese aspecto, acaba siendo sometida y desobedecida algunas veces. Me pasó con Yago Treus, mi amado y querido amigo. No pude evitar que se me colase dentro, aquí dentro de mi, y desde entonces no se ha ido. Ahí se quedó. No quiero que se ausente nunca de donde lo llevo. Es esa amistad que no necesitas el contacto. Es impermeable a las lluvias y heladas de la propia vida.

Estos días, sin embargo quiero dejar constancia de que se me va alguien que desde el ámbito laboral se tornó algó más. Se va un amigo y con él se van algunas de mis palabras. No quiero que dude. No quiero que vacile. Vuelve a casa, porque el motivo que le hizo venir a estas  tierras del Norte, ya no está presente. El otro día, me lo comentaba.  Y hablando del tema le comenté mi máxima : el hogar de un hombre es donde está su corazón. Ahí pervive y palpita. Yo me viene a vivir aquí por motivos similares. Sé de lo que le hablo y sé de lo que me cuenta. Cuando el corazón está lejos, un hombre debe recuperarlo y traerlo hacia si nuevamente. El cuerpo, el alma y el corazón de un hombre deben habitar en el mismo lugar. Desde hace meses lo he visto no tan alegre como otras ocasiones. Me habla de su viaje, de su viaje de vuelta, de volver a casa. Y me pregunto si en el fondo toda la vida de alguien no es sino un viaje de vuelta o de ida. Que nos pasamos la vida yendo y viniendo de un sitio a otro sin mayor aspiración que encontrar un lugar donde quedar.  No se quedará, lo sé puesto que no es su destino. Su destino es el sur, donde cálidas playas hacen evaporarse el recuerdo, donde las finas arenas traen con ellas el olvido.  Retorna a sus gentes y a sus lugares. Al abrazo añorado de amigos dejados, a volverse a ver en los ojos de nuevos amores... Y nos deja. Probablemente para siempre.

Pero sé que debe buscar el camino a la felicidad. Sé que debe dar ese paso al camino de vuelta. Que probablemente, en estos días, cuando cierre finalmente la puerta de la casa, la casa que fue su hogar, cuando embarque las cosas que le queden en su viejo vehículo y con él emprenda el retorno, lo hará con una sonrisa entre los labios. Porque ese momento no será más que el final. El final de un viaje que empezó hace tres años.  Como todos los viajes, el camino empieza desde la puerta, como escribió Tolkien. Y probablemente, todos los caminos acaban en el corazón. Ojalá llegue.

No quiero dejar de despedirme de él con dos cosas. una de ellas  mi palabras. Palabras para Manuel, para que sepa y quede constancia aquí y ahora de todo lo que he pensado en estos largos días.  De lo pasado en estos -casi- dos años compartiendo experiencias, camaradería y una pequeña parte de nuestra vida. Y por otra parte, regalo sonoro en voz de Silvio Rodriguez. Un tema que escribió y tocó hace ya muchos años y que podría ser el perfecto resumen de todo este escrito. : que la vida es un viaje. Que en el nos hemos encontrado . Que ojalá, quien sabe, nos volvamos a encontrar al final incluso de este viaje de viajes que es la propia vida. Y que en ese momento, solo queden " nuestros cuerpos tendidos al sol, como sabanas blancas después del amor". Como dicen en su tierra  "Va por usté"....  Mucha suerte.







1 comentarios:

Lolo_Estampida dijo...

Eres muy grande Fran, siempre te llevaré muy dentro de mi corazón, porque los amigos, muchas veces, que también lo sé por experiencia, se cuentan con los dedos de una mano, y creo que aunque la distancia sea un poco grande, solo un poco, creo que siempre estarás aquí para mí, para mis buenos y malos momentos, al igual que tú, tu familia y sobre todo nuestra gran amistad.

Un abrazo Fran (me has hecho emocianarme, tendré que ponerme algo heavy tras Silvio, gran Silvio).