martes, 13 de septiembre de 2011

El viejo Lobo Manghisi

Me regalaron hace un mes y medio -eso de cumplir años es lo que tiene- un libro de un afamado escritor. Me gusta que me regalen libros, aunque por causas naturales (o mejor dicho, inevitables) sea extremadamente dificil que pueda acabarlos en un plazo razonable de tiempo. Por eso me gustan los libros de artículos periodísticos. Son fáciles de leer a esclavos del tiempo como yo. Volviendo al tema, el libro versa - cito textual el subtítulo- sobre "Textos y escritos sobre barcos, mares y marinos" Realmente ha sido un gran regalo. Me gusta. En el fondo, ahora que vivo tierra adentro muchas veces establezco paralelismos entre los hombres del mar y los hombres de tierra que se me antojan adecuados. En la vida, te das cuenta de que el mar acecha en todas partes  
De mis tiempos de bohemio ribereño ( o simplemente de juerguista nocturno por mis Vigos adelante) recuerdo con cariño las charlas en el café años veinte con gente de la mar.  Posteriormente, en mi época de trabajo en hostelería, recuerdo con devoción a varios marinos y  profesores de la náutico-pesquera que hablaban de sus experiencias lejos de tierra. Tuve un cliente, Pepote, ex-marino retirado y profesor de motores marinos  en la escuela antes citada,  que una noche , recogiendo yo ya los bártulos del día  y tomándose un café con ron me hizo ponerme los pelos de punta comentando el miedo que había sentído  -mediados los años ochenta-  en una plataforma del mar del norte. Furia de los dioses de fuerza nueve que se llevó el sistema de radio, parte de las barandillas, y a un congoleño que trabajaba de camarero en el servicio de catering .  Y en aquel rostro cuajado por las heridas del tiempo podías entender perfectamente que mientras apuraba el café, el rostro del congoleño todavía estaba fijo en la memoria mientras caia por la barandilla abajo, hacia la oscuridad absoluta de un mar congelado y mortal.

Los viejos lobos de mar, los avezados e indómitos personajes que podrían llenar páginas de cualquier narración, pero que son reales, que los puedes ver tomando café, a primera hora de la mañana en el puerto, en la alameda, en los accesos a la zona portuaria.

Si de algo me he dado cuenta a lo largo de los años es que también es que también hay viejos lobos del mar en plena tierra. Pero que rozan lo indómito pese a  que solo han ido al mar para bañarse o para sacar estúpidos peces del agua. O para poner los pies a remojo, todo cabe.  Y probablemente Ono Manghisi sea uno de ellos. Carezco de conocimiento para saber si Ono ha estado en el mar para hacer algo que no sea lo anteriormente dicho. Pero en su mundo, en nuestro mundo y a su manera el viejo lobo Manghisi es un hombre de mar.

Ono es hombre de datos, del mar de datos.  Ese mar invisible, imperceptible, imaginario y real como el mar más marino y salado del mundo. Ese mar que ahora mismo es el mar del que depende el propio mundo.  Ahí, el viejo lobo que lleva en la  sangre es mejor que el propio comandante Prien metiendo pepinazos a la flota inglesa desde su U-47 en la puta base de Scapa Flow. En el mar de los datos invisibles, olas imaginarias  de unos y ceros que te hunden el barco y lo llevan al fondo lechoso de la incomunicación,  Manghisi es el capitán que te gusta tener en medio de una tormenta.  Huele como los viejos marinos de mi juventud y mi infancia. Olor a picadura de tabaco , y su  piel curtida que podría estarlo por mil tormentas, está oscurecida  por miles de horas de radiación infame delante de un monitor.  Tiene los ojos de los marinos viejos,   ojos que ven más allá.  Incluso en el mundo virtual hacen falta lobos que hayan comido espuma de mar, que hayan visto hundirse naves en llamas, rque recuerden las puestas del sol echando de menos a la mujer y a los hijos reconocidos y no reconocidos de las novias de puertos lejanos.



Huele como los viejos marinos de mi juventud y mi infancia. Olor a picadura de tabaco , y su  piel curtida que podría estarlo por mil tormentas, está oscurecida  por miles de horas de radiación infame delante de un monitor. 


Quizá en el mar, en plena tormenta, a uno le gustase tener a su lado al propio comandante Prien fumando en pipa en el puente de mando y no dejándose despeinar por las tormentas.Pero en el mar de los datos, lo que uno espera encontrar es la mirada de Ono diciéndote "tranquilo grumete, si la velocidad no es buena, simplemente bajaremos el perfil espectral, reaprovisionaremos PVC's y verás como se nos levanta la picha de un momento a otro"  "Tranquilo por ese 8V, picha floja, le vamos a meter un plantillazo que se va a cagar por la pata para abajo" "Dile a ese técnico que haga las putas pruebas en PTR y que haga un reinicio de fábrica y que no te toque los cojones"

Casi lo puedo imaginar, en ese océano de unos y ceros crueles y desordenados, rompiendo la imaginaria proa de su router ZyXel, sentado en su imaginario puente de mando,  con su gorra de plato, sus camisetas hippies,  fumando su picadura y dicíendole a toda la tripulación: "Vaya "padazo" de equipo estáis hechos, pandilla de pichas bravas." Es imaginativo todo esto, me digo. Y me rio un poco por dentro. Supongo que Ono también sonrie hacia sus adentros cuando nos ve trabajar. Es lo que tiene conocer a honestos, sanos, sabio y trabajadores lobos de mar en plena tierra.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

me has puesto los pelos de punta. que bien escribes jodio grumete. felicidades