martes, 12 de abril de 2011

Percibo claramente las sombras del viento en el agua


Fuimos a esa gran atalaya sobre la ria de Arousa que es la casa de un pariente de quien más quiero. Las vistas son grandiosas. Puedes ver la illa, las bateas, los barquitos, barquitos de vela. Son hermosos. Son grandiosos. Al fondo una motora, un mejillonero, una piragua. Balandros. Verano adelantado sobre una primitiva tarde de primavera. Se percibe la hermosura. Todo lo rodea. Corazones que nos quieren, niños pequeños que juegan. Tardes de hermosa compañia. Me gusta ir, me siento muy bien cuando lo hago. Por un instante te parece formar parte de todo aquello y te olvidas de esa sensación de ser un trozo de carne con medio cerebro abandonado debajo de las estrellas.

Contemplo el mar. Me gusta pasarme horas contemplándolo cuando tengo la oporunidad. Me gusta la humildad en general que tenemos los hombres ante la fuerza y la inmensidad del océano . Creo que a los seremos humanos nos gusta de vez en cuando sentirnos pequeños aunque sea simplemente para olvidarnos por un rato de las dimensiones de los problemas cotidianos. No gusta, no me cabe duda. Tan pequeños como niños delante de nuestros padres. Somos niños siempre. Y pocas veces nos damos cuenta.

Con una copa de buen vino en la mano y con el pensamiento en ese instante todo se hace hermoso de pronto. El sol se ponía y contemplé el espectáculo ofrecido: la impresionante fuerza del viento sobre el agua. Percibo claramente las sombras del viento sobre la superficie, levantando pequeñas olas. En ese momento lo sientes: las huellas del viento y el mar son huellas gigantes. Y yo soy tan pequeño. Y como me gusta algunas veces sentirme así.


Mientras el mundo parece rajarse a trozos alrededor de nuestras confortables vidas es cuando realmente tomamos conciencia de nuestra verdadera dimensión: somos pequeños. Creemos que todo nos pertenece, pero no es así. Sómos pequeños comparado con las huellas del viento. En lo pequeño, decía un amigo mío, está la hermosura. En las pequeñas cosas está la felicidad. Como una tarde contemplando las huellas del viento en el agua.

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