miércoles, 9 de febrero de 2011

Jardín Secreto

Llevo desde las séis de la mañana pensando en escribir este artículo. Lo cual, supongo, que convierte a estas letras en las más meditadas de las que ultimamente he escrito. Y eso que me he autoimpuesto un silencio recurrente en las pasadas fechas. No hablo mucho, no escribo prácticamente nada, y me limito a un periodo de introspección que no ha sido buscado. Algún resorte interior que se ha tocado, o una pieza de dentro de mi engranaje está cambiada. La máquina se mueve, incluso en su interior.

toda esta reflexión nos lleva a este párrafo: No sé por qué razón me ha pasado algo extraño al despertarme. O mejor dicho, al soñar hoy. He dormido poco -últimamente no duermo ni mucho ni bien- y quizá por eso mi cerebro entró en modo "comportamiento errático". Me explico: soñaba en multicolor. Tengo sueños (no muchos, un par de veces al mes a lo sumo) que son multimedia. En esos sueños reconozco melodías. Escucho música. Huelo, percibo, casi tan bien como en el mundo real. En mi sueño multimedia sonaba una canción  que no reconozco. Pero que estoy seguro de haber escuchado en algún momento. Surgió de dentro, plop, como un grano o un quiste sebáceo.  Me lleva medio dia rondando.
Y me he dado cuenta de que estos sueños que tengo son parte de lo que yo he llamado "mi jardín secreto". Ese sitio donde de vez en cuando se aloja el cerebro buscando un paraiso reconocible.

Estos días atrás me encontré, via red social, con un viejo compañero de insituto. Mi buen amigo David Cabaleiro, de cuya vida nada sé al dia de hoy (aunque tengo omnipresentes en el recuerdo sus hirientes ojos azules) y que recuerdo que ví por ultima vez hace once años, en la entrada de un centro comercial. Recuerdo que iba vestido con una cazadora de cuero marrón, que lucía sonrisa de noche de sábado y que continuaba portando sus tremendos ojos azules para deleite y deleitarse de todas las hembras que quisieran disfrutarlos y de aquellas que entrasen en el campo de visión. En fin: mi amigo David Cabaleiro era golfo (casi tanto como yo) en las épocas de instituto. Con la diferencia de que yo era un completo descerebrado y que David era un tipo que sabía como hacer las cosas. Quiero decir que yo era un completo cenutrio y siempre estaba siempre más pendiente de mi vida social que de agarrar los libros. David era todo lo contrario.



En el hilo del insituto (todo instituto del mundo que se precie tiene que tener un hilo en una red social) me lo encontré por casualidad. Y fui portador de malas noticias. Recordé, con cariño y nostalgia a mi viejo -e ido, hace muchos años ya-  amigo Julio Hermida, que se nos fue de manera tonta y absurda, como son todas las muertes de automóvil. Puse un pequeño recordatorio y David me contestó que no había tenido noticia del fallecimiento. Ya entonces comprendí que le había chafado la noche.


Ayer, por la noche, David estaba detrás de la consola. Me reprochó -con razón- que llevaba toda la jornada dándole vueltas a la noticia del óbito de nuestro amigo. Me disculpé. Dijo algo que me llego adentro. "Estás muerto, tu también estás muerto" Le respondí que era cierto. No somos quienes fuimos ni quieres dijimos ser. Las células del ser humano se renuevan cada seis meses, siete a lo sumo. Por lo tanto de aquellos que fuimos no queda nada. Solo esa línea que es la continuidad en el tiempo. "Tu también estás muerto" me dijo. "Estabas muerto hace dos minutos, pero has vuelto a vivir". Esa reflexión me ha dado vueltas en la cabeza todo el dia.

Luego por la noche tuve ese sueño. Y gracias a ese momento onírico me he percatado de muchas cosas. En el fondo creo en mi jardín secreto es donde realmente sigue David Cabaleiro, con la portabilidad de sus ojos profundos como el mar. Y con él, muchisima gente que he conocido. Viejos compañeros, viejos amigos. Gente que un dia fue mi gente. Pero que ya no lo es ni quiero que lo sea. En el fondo todo esto de las redes sociales es una estafa que  se basa en la continuidad en el tiempo... pero los que somos ya no  somos aquellos. En el fondo David ya no es David. Yo no soy yo. En el fondo aquellos quienes fuimos están muertos. Solo les pervive la sombra del tiempo de lo que fueron.

"Tu también estás muerto" me dijo. "Estabas muerto hace dos minutos, pero has vuelto a vivir". Esa reflexión me ha dado vueltas en la cabeza todo el dia.

Perviven entonces solo en lugares recónditos de mi cerebro, del cerebro de todos. Metidos en la sinápsis de las neuronas. En sus reacciones químicas y sus estimulaciones eléctricas. Perviven, como mis sueños multimedia, en mi jardín secreto. Ese que de vez en cuando tiene melodías, olores, sabores, lugares, texturas...  ese que está lleno de fantasmas. Y eso me aterra.

1 comentarios:

Bax dijo...

Aterradoramente cierto. No puedo decir más.

(Me veo en la obligación de compartirlo... de lo mejor que has escrito)