
El equinoccio entró por la ventana y se llevó el verano. Este
verano que nunca acabó de llegar. Entró y se fue sin hacer ruido.
Ahora afuera ya no siento esa incierta melodía de los grillos
serrando en algarabía. Equinoccio. Y tiempo nuevo. Otoño en la
memoria y la retina. Las hojas caen con todo, erizos verdes que nos
pinchan cuando buscamos el fruto interior.
Vuelve al atasco a deshora y puntual, la retención impertérrita
y formal de las nueve...