El otro día tuve la suerte de asistir al concerto de Bruce Springsteen en Monte do Gozo. El concierto fue tan inolvidable como inolvidable fue la chapuza soberbia de organización, un auténtido recital de despropósitos, un auténtico riesgo para una muchedumbre, un sinfin de incapacidad para organizar nada. Un día pasará algo. Y pasará algo grave.
Comentaba Miguel Ferreiro en su blog el tema con los suficientes detalles. Yo pienso dar una perspectiva personal de todo esto. Imagínense a qué extremos llegó la incapacidad y la imprevisión de los responsables del evento que este que les escribe llegó dentro del recinto -y por lo visto en las noticias relacionadas, bastante suerte tuve ya- con una mochila del tamaño de un libro grande sin ser examinada por ninguno de los responsables de la seguridad. Pues nada, oye, que yo no la he visto mejor pintanda para hacer un atentado o liar una gorda. Bruce Springsteen -icono norteamericano- en concierto en Santiago -icono católico- y los de Al-Qaeda, menos mal que en agosto suponemos que estuvieron de vacaciones. Como para liarla parda.
El drama pudo montarse por diferentes vías, tanto la de la falta de control de acceso, como la falta de criterio de seguridad, la falta de vias de entrada y salida señalizadas, unos accesos indecentes impropios de un evento de semejante calibre, un falta de inversión en la instalación que puede rayar el abandono (cuando llegabas a la puerta de acceso, te encontrabas con la falda desnuda del monte, sin una sola vía que te llevase a la puerta, sin un camino, aborregado con otras miles de almas en medio de la hierba verde, chapoteando de vez en cuando en un lodazal) una improvisación espeluznante, una falta de criterio a la hora de tomar decisiones que puede rayar lo delictivo... en fin... que cuando lo pienso se me ponen los pelos de punta.
Algún día pasará algo. Insisto. No podemos permitir que una ciudad turística como Santiago, una ciudad que es referente europeo como destino, una ciudad que intenta ser un referente cultural a nivel mundial -gracias a otra indecente chapuza llamada ciudad de la cultura- se pueda permitir el lujo de no exigir una calidad con respecto al trato al público -que a fin de cuentas es el cliente en todo este embrollo, y es el que paga. Si no hay capacidad, ni instalaciones, ni espacio, ni medios, es preferible no hacerlo antes que hacerlo de esta manera. Porque la imagen ofrecida el otro día solo puede tacharse de esperpética. Una imagen impropia de una ciudad que vive de sus visitantes en un grado muy elevado. Si se quiere tener instalaciones, hay que cuidarlas, invertir en ellas, prepararlas y mantenerlas. Y si no, que no las hagan solo por intereses políticos.
Hablan de incapacidad de las instalaciones. Hablan de falta de presupuesto y de carencia de medios en la producción y en el local destinado a acoger el evento. "El resto del año está abandonado" decia el otro día un responsable de Doctor Music. "Tuvimos que rehabilitarlo en un tiempo insuficiente" Y yo me pregunto: si un auditorio como el de Monte do Gozo, referente en el xacobeo 93 tiene ese grado de abandono total y falta de actualización... ¿qué nos esperará con ese monstruoso megalomano proyecto llamado "ciudad de la cultura" dentro de diez años? Probablemente otras ruinas modernas donde habremos tirado, con la brabuconeria y prepotencia de nuestros políticos, cientos de millones que podrían estar mejor invertidos en otras miles y miles de cosas. Somos un pais de pobres con comportamiento de niños ricos. Y así nos va.
sábado, 8 de agosto de 2009
La indecente Chapuza
10:36
1 comment
1 comentarios:
El problema con la ciudad de la cultura ya no es que se pueda quedar en ruinas, es que esa chapuza la contrataron empresas que lo unico que hicieron alli es pegar sus carteles de propaganda y poner algun que otro encargadillo para justificar la pasta. Luego quien trabaja son todo subcontratas de pacotilla que tienen el personal por salarios tercermundistas con jornadas interminables(la mayoria portugueses). ¿donde va toda la pasta que dicen que cuesta esa chapuza?, desde luego en pagarle a los trabajadores no, que a fin de cuentas son los que curran.
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