Los veo bajar a los dos las escaleras. Siempre llegamos justos de tiempo, y siempre con el sonido del timbre demasiado cercano. A veces los veo bajar, cogidos de la mano, con su cálida inocencia y su impresionante bondad por bandera. Se despiden siempre con un beso. No importa si nos hemos enfadado antes en casa por salir tarde, o por el tráfico o por otra razón. Siempre hay beso para el tio y para papá.
Y luego, como en la canción, se van.. entran con el maldito timbre encima de nuestra conversación, con el recuerdo del beso en la mejilla....