C O R D U R A

Cordura:Estado psíquico de la persona que tiene la mente sana y no padece ningún trastorno o enfermedad mental.

I N S T A N T E

Instante: Período de tiempo muy breve, casi imperceptible.

UN BREVE INSTANTE DE CORDURA

Un paseo de la mano de la introspección y la reflexión sobre la locura de la vida moderna.

oTrOs lO dIcEN

Do you still believe in fairy tales, in battlements of shining castles, Safe from the dragons that lie beneath the hill?

La Bitácora personal...

De un soñador de Bits en Pijama

viernes, 16 de noviembre de 2012

La Obsolescencia Educativa

Quizás lo que hoy escribo ya debería de haberlo expresado  hace unos cuantos meses, pero quizás este periodo de reflexión sirva para que lo que hoy diga en este pequeño articulo o entrada en mi blog  no se me pueda entender como el ánimo de revancha sobre una situación. Quizá incluso se pueda entender como una crítica constructiva, siempre y cuando haya quien entienda que las palabras que hoy voy a escribir como la consecuencia a una reflexión sobre una situación vivida.

Quizá incluso este artículo nunca saliese a la luz si no fuese por un hecho que sucedió esta semana en el colegio de mi hija (al que no voy a hacer mención) y que me ha llevado a darle unas cuantas vueltas y a reflexionar profundamente sobre qué tipo de sistema educativo tenemos cuál es el que nos gustaría tener, que tipo de inversión hacemos en la formación y el reciclaje del profesorado, y sí este sistema educativo realmente está adaptado a la sociedad en la cual vivimos.

Siempre entendí que  formar a otras personas en cualesquiera capacidades no es una tarea fácil para nadie. Creo honestamente que no hay un reconocimiento  de la labor del profesorado a ningún nivel. Causa tristeza ver como la figura del maestro, tradicionalmente vinculado a la formación - en diferentes niveles personales - y al respecto, se ha visto diluida en el desdén de los padres, la falta de respeto de los mismos, la falta de concordancia de criterios educativos de los padres  con los maestros ( y semejante falta de sincronismo ya tiene tela) y el comportamiento de unos cuantos - los más mayores, que afortunadamente no son mayoria, pero haberlos hailos -  con cierto aire funcionarial de ahí me las den todas. Y sí, tómese funcionarial en el sentido más casposo de la palabra.

Esta reflexión no nace de una simple observación, si no del padecimiento propio. Saque cada cual las conclusiones que quiera. Hace aproximadamente un año me matriculé en un módulo superior de programación para ganar cierto tipo de facultades competenciales dentro de la profesión que ahora mismo estoy desarrollando. Me lo tomé como parte de un reciclaje profesional necesario, constante, pero al tiempo también me lo tomé como una satisfacción intelectual, puesto que en recientes fechas pocas veces he programado, y los programas que hice siempre han sido programas extremadamente básicos. De hecho, antes de matricularme en este modulo lo hacía mucho tiempo que no escribía ni una sola línea de código. El gusanillo me lo  metieron desde mi propio entorno laboral, puesto que tengo varios programadores que trabajan en el mismo proyecto que yo. El ansia estaba ahí y las ganas también.  Finalmente me asesoré  a lo largo de varios meses con algunos de ellos y me indicaron diferentes lenguajes de programación de diferente naturaleza y el nivel de exigencia. Conseguir con no poco esfuerzo y ayuda -que nunca agradeceré lo bastante- matricularme en el IES San Clemente, en un modulo para adultos. Y la verdad es que estaba realmente ilusionado.



No creo exagerar con la frase: Creo que desde mi primer año en la universidad no había llevado semejante decepción, sí es que ésta no fue mayor. Me explico: lo yo pensé que era un entorno profesional  para adquirir facultades competenciales dentro de lo que era una formación oficial resultó ser una especie de pantomima en la cual un profesor completamente desmotivado y desmotivador, ( un tal José Taboada) sin la formación adecuada (sabía programar sus diez programas en C++, pero en Java resbalaba cada dos por tres)   bastante prepotente y carente de recursos formativos, magreaba a un grupo de alumnos (manejados como si no fuesen adultos o su estancia en el periodo formativo se limitase a ser  títeres sin voluntad y sin poder de decisión). El escenario era terrible: Si de algo me sirvió fue para recuperar parte de mi dialogo con Dios, al cual le pregunté mil veces como era posible que me estuviese pasando aquello. Los trastornos obsesivos compulsivos del hombre eran -además de diagnosticables - aterradores : apagado constante de las pantallas para prestarle atención, angulos de inclinación de los teclados, ruidos de las teclas (¿alguien en este mundo es capaz de teclear sin que las teclas se le oigan?) persecución cual cristiano vengativo al sarraceno insidioso de todo aquel que no hiciese tabulaciones, espaciados y demás en los listados de código según el criterio que él establecia; inquina y odio a los "clicks" de los ratones -llegué incluso a no usarlo, pero en decrimento de eso sufria el factor de riesgo de pulsar repetidas veces el tabulador-  luces de pendrives que cegaban su vista ... vamos, material de estudio para un psicologo. Eso sí, de programación en lenguaje Java, poco se veía.



 Todo ello fortalecido por  ambiente académico muy "revival" de la infancia, basado en los caprichos existenciales de la persona responsable de la formación de su alumnado, y un programa de formación completamente obsoleto y absurdo. Fuimos auténticamente tratados como chiquillos de escuela, y no como profesionales que querían reciclarse profesionalmente o aumentar sus capacidades.  Y  eso que yo no era ni mucho menos el mayor. Sumado a todo esto un ritmo académico extremadamente bajo que nos llevó a no completar ni el setenta y cinco por cientro del programa formativo. Programa formativo por otra parte que está completamente alejado de la realidad de una empresa de programación y su entorno productivo.(entorno en el cual yo me desenvuelvo).Un escenario terrible.  



Resumidas cuentas:  No me atrevo a poner en mi curriculum que asistieron a clases de programación en el citado lenguaje, con eso creo que ya expreso todo. Porque podemos decir que de programación aprendimos muy poco.  Ahora bien, tabular en silencio, lo hago mejor que nadie. Por otro lado, con lo que he vivido en mi vida y con la edad que ya tengo, me parece cuando menos obsoleto y absurdo que el hecho de asistir a clases tenga como único objetivo aprobar una determinada materia, y no el hecho en sí de aprender una determinada materia o capacidad, sobre todo  cuando realmente aprobar o no aprobar según los criterios de un Profesor obsoleto y sin formación necesaria, personalmente a mi no me causa ningún tipo de beneficio. El ansia de aprender, las ganas de adquirir conocimientos y destrezas profesionales son el auténtico objetivo de una formación profesional de grado superior. El aprobar o no aprobar en sí mismo es la menor de las motivaciones que puede tener un alumno. El ansia de aprender, la motivación necesaria para aprender, es lo que nos mueve a enfrentarnos a nuevos retos tanto culturales como formativos. Creo que la formación profesional este país está completamente alejada de lo que es la realidad productiva. Y por ende, quizás todo nuestro sistema educativo. Quizás en la universidad esto no sea necesario, puesto que la universidad no toca solamente aspectos profesionales. Pero en una la formación de profesionales, que es lo que debería de ser autentica formación profesional este tipo de desviaciones son simplemente inadmisibles.

 ¿Por qué existen este tipo de ineficiencias entre el mundo académico y el mundo real? Simplemente porque las personas encargadas de hacer los programas formativos viven en un mundo paralelo, completamente alejadas de lo que es la realidad del día a día. Por añadiduira: "gozamos" de un profesorado que en los últimos veinte años apenas se ha reciclado en lo que son los aspectos fundamentales de las tecnologías de la información. E includos dentro de esas tecnologías -siempre cambiantes- un reciclaje constante y evolutivo no es que sea deseable, es que és absolutamente necesario.  Se impone que los jóvenes y los nuevos formadores tomen el relevo a una generación que ya ha caducado y que no es capaz de reciclarse ni de dejar su sitio.

¿Y todo esto, todas estas ineficiencias, todos estos desvaríos, llevados después al mundo laboral como se traducen? La reflexión subyace:  Si el empleador no encuentra lo que busca dentro del mercado de trabajo a través de las formaciones regladas, buscará otro factor diferenciador para poder encontrar a los profesionales que realmente puedan resolver los problemas que tiene dentro de su empresa. De hecho hemos asistido en los últimos años a un auge absolutamente espectacular de las certificaciones profesionales de fabricantes en detrimento de la denostada, maltratada y obsoleta formación profesional tradicional, que no cubre ni mucho menos las expectativas de formación de personas según que grados competenciales. La formación profesional está muerta, alejada, distorsionada, languideciendo o agonizando.

Una vez pasada esta experiencia personal en la formación profesional , (afortunadamente para mí un curso no dura más de ocho meses) me he dado cuenta y y para eso también me he servido en parte de las experiencias que he vivido esta semana,  que nuestro sistema educativo sufre de una obsolescencia mayor que el de la clase política que en algún momento a lo engendró. Probablemente los politicos no deberían de dedicarse a otra cosa que no fuese la politica "strictu sensu"  El alumno de hoy sufre  de una falta de motivación evidente por parte de todos para darle la vuelta a una situación enquistada. El olvido a la formación profesional superior, el destierro de la formación continuada de los trabajadores y profesionales, el alejamiento de la sociedad y los profesionales de las aulas, el alienamiento de los profesores del entorno empresarial y productivo,y del entorno educativo de una sociedad nueva y cambiante nos ha convertido en lo que somos: la sociedad europea con mayor índice de fracaso escolar, la sociedad que menos recicla profesionalmente a sus profesionales y trabajadores y la sociedad que menos valora su sistema educativo público. Y ese escenario solo puede calificarse como dantesco. Con descenso a los infiernos incluido.


lunes, 29 de octubre de 2012

Palabras para Manuel


No quiero dejar pasar el momento. ¿Me permiten la premeditación? Llevo tiempo esperando escribir esto.  O no. O quizá mi impulso de escribir esta noche, obedezca fielmente a la misma motivación y génesis de  aquellos versos de Neruda - que podrían ser los mas tristes- y mi texto no quiera dejar de influenciarse por esos sentimientos.  Afuera, hoy también aquí, titilan limpios los astros. Un frio extraño y casi iimpropio recorre la calle desierta. Me refugio en el computador para sacar algo de lo que llevo dentro desde hace tanto.

Soy poco dado a las amistades en el trabajo. Mis amigos, los pocos que tengo, tienen procedencias muy diversas y siempre del exterior del entorno laboral. No suelo prodigarme demasiado en cenas de empresa, ni en copas después de la jornada. Que nadie me tache de ser huraño. O por lo menos no más de lo que suele ser cualquier persona varapaleada por la vida en múltiples ocasiones. Es una simple política. Pese a todo , después de ello, la vida dicta sus propias reglas y no me causa duda que toda práctica en ese aspecto, acaba siendo sometida y desobedecida algunas veces. Me pasó con Yago Treus, mi amado y querido amigo. No pude evitar que se me colase dentro, aquí dentro de mi, y desde entonces no se ha ido. Ahí se quedó. No quiero que se ausente nunca de donde lo llevo. Es esa amistad que no necesitas el contacto. Es impermeable a las lluvias y heladas de la propia vida.

Estos días, sin embargo quiero dejar constancia de que se me va alguien que desde el ámbito laboral se tornó algó más. Se va un amigo y con él se van algunas de mis palabras. No quiero que dude. No quiero que vacile. Vuelve a casa, porque el motivo que le hizo venir a estas  tierras del Norte, ya no está presente. El otro día, me lo comentaba.  Y hablando del tema le comenté mi máxima : el hogar de un hombre es donde está su corazón. Ahí pervive y palpita. Yo me viene a vivir aquí por motivos similares. Sé de lo que le hablo y sé de lo que me cuenta. Cuando el corazón está lejos, un hombre debe recuperarlo y traerlo hacia si nuevamente. El cuerpo, el alma y el corazón de un hombre deben habitar en el mismo lugar. Desde hace meses lo he visto no tan alegre como otras ocasiones. Me habla de su viaje, de su viaje de vuelta, de volver a casa. Y me pregunto si en el fondo toda la vida de alguien no es sino un viaje de vuelta o de ida. Que nos pasamos la vida yendo y viniendo de un sitio a otro sin mayor aspiración que encontrar un lugar donde quedar.  No se quedará, lo sé puesto que no es su destino. Su destino es el sur, donde cálidas playas hacen evaporarse el recuerdo, donde las finas arenas traen con ellas el olvido.  Retorna a sus gentes y a sus lugares. Al abrazo añorado de amigos dejados, a volverse a ver en los ojos de nuevos amores... Y nos deja. Probablemente para siempre.

Pero sé que debe buscar el camino a la felicidad. Sé que debe dar ese paso al camino de vuelta. Que probablemente, en estos días, cuando cierre finalmente la puerta de la casa, la casa que fue su hogar, cuando embarque las cosas que le queden en su viejo vehículo y con él emprenda el retorno, lo hará con una sonrisa entre los labios. Porque ese momento no será más que el final. El final de un viaje que empezó hace tres años.  Como todos los viajes, el camino empieza desde la puerta, como escribió Tolkien. Y probablemente, todos los caminos acaban en el corazón. Ojalá llegue.

No quiero dejar de despedirme de él con dos cosas. una de ellas  mi palabras. Palabras para Manuel, para que sepa y quede constancia aquí y ahora de todo lo que he pensado en estos largos días.  De lo pasado en estos -casi- dos años compartiendo experiencias, camaradería y una pequeña parte de nuestra vida. Y por otra parte, regalo sonoro en voz de Silvio Rodriguez. Un tema que escribió y tocó hace ya muchos años y que podría ser el perfecto resumen de todo este escrito. : que la vida es un viaje. Que en el nos hemos encontrado . Que ojalá, quien sabe, nos volvamos a encontrar al final incluso de este viaje de viajes que es la propia vida. Y que en ese momento, solo queden " nuestros cuerpos tendidos al sol, como sabanas blancas después del amor". Como dicen en su tierra  "Va por usté"....  Mucha suerte.







miércoles, 23 de mayo de 2012

Corrupciones





El otro día en un debate, cierto analista (no recuerdo en que cadena de televisión  pero sé que la frase me pareció cuando menos dilapidatoria) dejó caer que los españoles teníamos el adn con la marca de la corrupción. No quiero pensar que todo mundo piensa ser un corrupto o como lucrarse de la manera mas ilegal posible. Lo que sí me ha quedado claro y en eso tendré que darle parte de la razón, es que en este país existe una cultura generalizada y una educación focalizada a que cualquier negocio que considere un beneficio inmediato, aunque sea momentáneo, siempre es un buen negocio. Y por añadidura existe ese credo popular que nos indica que ante una situación en la que al tiempo de lucrarse ilegalmente, quien rechaza la oferta por honradez siempre se le tilda de tonto. Nadie le tildará de honrado, leal, legal, serio. Directamente le llamaran imbécil. Por no querer llevárselo calentito y rápido. Que para esos menesteres existen legión de los que no les gusta el adjetivo imbécil, ¿sabe usted?. Y la impunidad ante las corruptelas diversas de la vida debo reconocer que en mi país es una flor que crece en todas partes.

Aparte del tema moral, la corrupción, sea del nivel y la índole que sean, nos afecta a todos en nuestro modus vivendi. No podemos generalizar la corrupción, el chanchullo, el negociete, y el pelotazo como la única manera de saber vivir adecuadamente . Será probablemente un tema educativo, tenemos que fomentar y educar a nuestros hijos en el trabajo, el esfuerzo, el mérito y la capacidad. Sin embargo nos hemos encontrado con que las últimas décadas no se hemos dado a nosotros mismos el credo del bombazo el pelotazo, el todo vale, el tapadillo, el " yo me la llevo". Hemos dado poco o ningún mérito a la gente que trabaja, que es honrada, jeque acorde en su horario habitual al trabajo G e intenta ser un profesional. Hemos desvirtuado esas capacidades dándoles la categoría de normalidad, cuando realmente lo meritorio cada día eselevantarse cada mañana ser honrado y ser uno mismo. Hay gente que selevanta todos los días y son buenos Padres, buenos ciudadanos, honrados trabajadores, ejemplares contribuyentes, y no obtienen ningún tipo de mérito social por ello. Sin embargo a cualquier imbécil que es capaz de lucrarse indebidamente y nadar en la abundancia gracias a tejemanejes a diversos niveles tanto políticos como sociales, y que es capaz de eludir mediante y miles y miles de estrategias legales y ambigüedades legislativas  el peso de la ley, a esos incluso le salen imitadores y clubs de fans.



Quien se vende, se vende para siempre y no hay dinero que le pueda comprar la dignidad que se ha perdido. Eso es lo único que importa


Corromperse es venderse. Quien se corrompe una vez se corrompe siempre. La lealtad, la legitimidad, la supremacía moral, los valores éticos, no pueden ser simplemente un discurso interior. Esta sociedad necesita articular mecanismos que promuevan todo ese tipo de valores, además de los anteriormente dichos del trabajo, la capacidad,la educación. Nada sirve si nada se quiere ; nada sirve si no importa el lograr la meta con los fines adecuados.

Y como me dijo mi Padre una vez quien se vende se vende para siempre y no hay dinero  que le pueda comprar la dignidad que se ha perdido Eso es lo unico que importa.

Por lo tanto lo niego: niego que en mi ADN, como en el de m illones y millones de españoles,  haya ningún tipo de impronta que me facilite ser un puñetero ser  proclive al chanchullo. Otra cosa es en lo que nos eduque esta sociedad. Pero eso podemos, afortunadamente, cambiarlo. Lamentablemente no le veo a nadie el ánimo de hacerlo.

martes, 22 de mayo de 2012

Déficit sobre la esperanza




Me ha pasado  algo extraño aunque no demasiado inhabitual esta mañana. Lo explico:  Sufro desde hace algunas semanas extrañas duermevelas antes de despertarme completamente. No sé si obedece a algo biológico o simplemente es algo que me esté sucediendo. Durante estas un duermevelas me he encontrado a mi mismo recapacitando sobre temas que últimamente nos preocupan a todos. No sé si es un estado onírico o o sea realmente estoy despierto y recapacito todo lo que durante el día no soy capaz de recapacitar por las obligaciones muchas veces laborales otras veces familiares. Y este estado no deja de ser especialmente clarificador en algunas ocasiones. 

El caso fue que esta mañana me he despertado desde la tierra de los sueños con la extraña sensación de tener que reactivar un poco lo que escribo- que últimamente es poco o nada-  y volver a centrar un poco las energías que tengo en cosas que me gustan y que me llenan. Como todos los demás sigo con muchísima preocupación lo que le sucede a este país últimamente. En el fondo, y haciendo un análisis un poco más pormenorizado, por lo menos a nivel sociológico, tanto bombardeo de pésimas noticias nos ha tocado en lo mas hondo. Creo que hemos perdido la fe en nosotros mismos, en nuestra capacidad de reacción, en nuestra capacidad de liderazgo; nuestra manera de hacer las cosas, nuestra manera de vivir, nuestra manera de entender la vida. Hemos puesto en tela de juicio todo lo que hasta ahora nos era dado y era una hermosa herencia;  todo lo que era nuestro, todo lo que realmente nos importaba, todo lo que realmente apreciabamos. No sólo tenemos una crisis financiera y económica apabullante. Tenemos una crisis de identidad,  una crisis de existencia, un déficit de alegría, una quiebra en lo social y en lo existencial. Tenemos una disolución de lo que fuimos,  una duda razonable y nada metódica  de lo que somos, de nuestra manera de ser. En resumen:  una bancarrota en nuestra propia esencia. Quizá a mí me sucedió lo mismo esta mañana cuando me desperté. Quizá había demasiadas dudas antes, pero no ahora. No creo ya en la honestidad de la gente, no creo la honestidad de las instituciones, no creo la honestidad de los empresarios, no creo la honestidad de los ministerios ni en la honestidad de los políticos. Acaso  esta crisis a mí me ha hecho madurar en lo personal y como trabajador mi también. Y por eso ya no soy aquel pobre imberbe confiado en determinado tipo de instituciones que han demostrado que son tan susceptibles a la corrupción como cualquier otra.  Como dijo un dia Roger Waters "the child has grown, the dream is gone"

En lo que se han equivocado los políticos, las instituciones, los organismos tanto españoles como europeos e  incluso los mundiales es que no hay ningún tipo de acción económico política que pueda devolver una esperanza sino se genera un clima propicio para ello. Y es el problema que tiene básicamente hoy en día cualquier persona que vive en España. Necesitamos esperanza porque no la tenemos. Esperanza para los millones de parados, Carlos casi dos millones de hogares que tienen a todos sus miembros en paro, sin posibilidad de trabajar sin posibilidad de traer un sueldo a casa sin posibilidad de tener una mejora en su perspectiva de vida. Hemos partido tanto tiempo en los pelotazos urbanísticos, en los grandes chanchullos financieros e institucionales de los que se han lucrado cuatro listillos de turno, nos hemos corrompido tanto como país, a nivel institucional, donde esos cuatro se reparten las ganancias de todos, donde existe una oligarquía privilegiada que maneja a sus anchas todos los recursos económicos de un país en su neto beneficio,  que no hay acción político económica que pueda en breve plazo y en su singularidad arreglar semejante desaguisado. Vuelvo lo de antes, nos hace falta al resto, a la inmensa mayoría que somos honestos trabajadores, contribuyentes honrados, esperanzados inocentes, que todavía creen que esto puede mejorar, una inyección de alegría en dosificación propia de paquidermos. Necesitamos una alegría para el día a día, un atisbo de mejora, una luz   clara y limpia al final del túnel que guíe hacia un mañana esplendoroso, o simplemente un mañana un poco mejor. Necesitamos esperanza, algo que realmente sirva para perder en el último momento, como un chaleco salvavidas casi deshinchado, como un tronco en medio de la marejada. Algo a lo que asirnos, agarrarnos con brazos, con manos, con más uñas, con más dientes, o simplemente con lo que tengamos. Necesitamos esperanza para nuestros niños, para nuestros mayores, para nuestros trabajadores, para la gente que nos ama, para la gente la que amamos, para nuestros compañeros de trabajo, para nuestros responsables, para nuestros empresarios, para nuestros obreros, para nuestros economistas, para nuestros inversores, para nuestros mercados. Necesitamos esperanza, porque es la auténtica gasolina del vivir. Porque vivir desahuciado no es vivir. Tan solo deambular hacia la muerte.

Y si  nuestros políticos, nuestros responsables económicos financieros, nuestros ilustres e ilustrados europeístas, y toda la parafernalia oligarquía burocrático- económica y  financiero- económica de los mercados no entiende nada de esto entonces es que no nos sirven no sirven y deben ser erradicados. Y si nuestra democracia, nuestro sistema democrático tal y como está establecido no nos generan confianza ni esperanza, por  muy radical que puede sonar y por muy extremista y pornográfico que pueda  parecernos debe ser cambiado;  hacia algo mejor algo más participativo, mas real, donde no exista una democracia en lata en la que un ciudadano simplemente se limita a depositar un voto cada cuatro años.  Debe generarse un sistema más democrático;  más rea; l más en contacto con la ciudadanía. Y el ciudadano debe volver a tener en su mano la posibilidad de dirigir día, la posibilidad de tener esponsabilidades económicas y políticas. Y todas las instituciones que no nos sirva que no nos generen esa alegría y esperanza y esa confianza deben cuestionadas, reconvertidas, o simplemente erradicadas. No importa el coste, no importa qué dirán. Porque nos debemos esa dignidad como personas de un país, los debemos esa dignidad para volver a tener en nuestras manos un pequeño atisbo de alegría sin déficits que ensombrezcan su esplendor.


Para mi amigo J. Pampín.


lunes, 5 de marzo de 2012

Asimetría Perfecta


Contemplo esta mañana las fotografias de mi amigo Roberto Videla alojadas en internet. Admiro sus imagenes, su manera de realizarlas, su alto contraste, las formas y las simetrías . En el mundo podría llevarlo incluso hacia mi vida personal, que siempre me han gustado las formas bellas, la búsqueda incansable de la belleza en todo lo que me rodea. Aunque pocas veces he logrado encontrar la simetría perfecta que se le presupone a a belleza. Por eso me gustan las fotos de mi amigo Roberto porque son simétricas, tienen esa visión caleidoscopica  que se atisba en la hermosura. 

Me he dedicado ultimamente a buscar la belleza en todo aquello que me rodeaba, incluso en las viejas fotografías que un día fueron mías. Pero contempla el muchacho de xx años que retratan esas fotos y me cuesta mucho creer que haya sido yo alguna vez. Contemplo mi imagen del Espejo más cercano y comprobar la simetría no existe, la belleza se ha ido, y solamente en una extraña parte de mi cerebro todavía se aloja el sentimiento de haber sido en determinado momento un poco más simétrico y por añadidura un poco más bello. En el fondo me siento un William wordsworth de saldo, de autentica baratija, a la hora de escribir este breve comentario. Por eso voy a las fotografías de mis amigos, como Roberto, Jorge y encuentro en ellas ánimo  el alimento  para un cuerpo y un cerebro que empiezan a encontrarse un poco cansados. El esplendor, el esplendor aquellos tiempos en los que uno de tan bello, exacto, hermoso y lleno de luz como sólo la juventud puede darte en determinado momento. 

Marchito alegre y sonriente sabiendo que cumplo el ciclo de la vida con extraña nostalgia de quien fui. Alegre por ser quien soy, y esperanzado por encontrar todavía un mañana mejor. Porque dentro de mí imperfecta simetría reconozco ser un hombre feliz. . No echo de menos el esplendor en la hierba de la flor marchita. El futuro no es lo que solía ser, pero honestamente tampoco me importa. Soy yo, y sigo aquí. Por eso en mi corazón devienen alegrías que en otros tiempos no tuve. No fui un joven feliz, pero soy un adulto realizado. El esplendor del tiempo ido, de la flor marchita, del agua pasada, de la luz apagada, queda únicamente para esa parte de mi que todavía sigue siendo un poeta.  Por suerte o por desgracia esa parte cada día es más pequeña. 


aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo,
en aquella primera simpatía
que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre,
en los consoladores pensamientos que brotaron
del humano sufrimiento
y en la fe que mira a través de la muerte,
Gracias al corazón humano, por el cual vivimos,
gracias a su ternuras, a sus alegrías, y a sus temores
la flor más humilde, al florecer, puede inspirarme
ideas que, a menudo, se muestran demasiado profundas para las lágrimas
William 

Wordsworth (esplendor en la hierba)

martes, 14 de febrero de 2012

Delicado mundo interior


Me levanto temprano todavía . Afuera hace un día frío y gris. Es un día típico es invierno. Paula todavía está durmiendo. Me pregunto con que animos afrontaré nuevo día. Ayer el trabajo estuvo ligeramente complicado. A veces percibo que el esfuerzo de uno no es suficiente como para que las cosas marchen bien.

Estiro las piernas, después del café, e intento descansar un poco. Algunas  veces por las mañanas, cuando Irene se va y la niña todavía duerme  me siento un poco sólo. Ultimamente el aprender cosas por internet, mirar las noticias, leer los periódicos a través de la red ya no me gusta. Quizá, sólo quizá,  sea que el mundo se está resquebrajando y parece, que estuviese cogiendo justo en medio. Me siento demasiado vulnerable en estos días. Hay demasiadas incertidumbres en el aire. Y parece como si todo lo que se hiciese fuese abiertamente insuficiente y se hiciese por lo menos sin convencimiento. Me disgusta pensar en ello, de hecho me pone de franco mal humor.

Intentó refugiarse me lo bueno que tiene mi vida. Una rutina diaria que no me cuesta, que de hecho algunas veces me hace mucho más llevadera la vida. Sé, más o menos, lo que viene continuación. Sé exactamente qué es lo que tengo que hacer, y eso no deja de ser maravilloso unas veces, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre generalizada y abundante.

Ahora, al amparo de la luz cálida y confortable de la lamparita de la mesa de trabajo me siento, afrontando un nuevo día con total disposición. Todos los días intentó hacer las cosas mejor que el día anterior. Unas veces lo consigo, otras simplemente no.

Tengo sueños, como otra mucha gente. Pienso en alquilar una casa este verano para llevar a las niñas a pasar unos días en la playa. Sueño con visitas de amigos en las tardes de verano, con escenas en las noches estrelladas al calor de una brasa de una barbacoa. Copas de vino en el aire, brindando a las estrellas. Y todo eso que sueño me parece algunas veces tan lejano e inalcanzable, que por un lado por el otro es tán sumamente frágil, que me asusto. Pero nadie me va a quitar esa maravillosa posibilidad de soñar gratuitamente. Porque si alguien un día me impide soñar estoy seguro de que estaré más muerto que vivo. Y para una persona como yo que está enamorada de la vida es algo inconcebible. Soñar es gratuito. Destierra la depresión y nos pone en un estado mental positivo. Soñar es el maná que los pobres tenemos siempre al alcance de la mano. Así que no hay que dudar. A fin de cuentas la vida es sueño. Luchemos hoy cada uno de nosotros por los nuestros. Quizá entonces el mundo sea un poquito mejor. Y  nuestro pequeño mundo interior se llene de delicadas flores como en la más reciente y explosiva primavera.

lunes, 13 de febrero de 2012

Se Resquebraja el Sueño

Tengo la extraña sensación de que la decencia no forma parte de las características de cualquier gobierno que se elija en este país. Me despierto que esta mañana con la noticia de que alguno de los altos cargos de los ministerios han engordado artificialmente sus currículum  simplemente con el afán de parecer más de lo que son. ¿No hay nadie que sea capaz auténticamente de indignarse por este comportamiento?  ¿ Es algo que debemos soportar estoicamente?

¿Vamos a seguir permitiendo que exista una clase política por sí misma, que se nutre a sí misma, que se justifica a sí misma, con la anuencia de una población que está demasiado acomodada en la inacción? Honestamente no lo entiendo. Esta gota es una más del espeso caldo de los tejemanejes políticos. Hay demasiadas palabras asociadas en política. De hecho la propia palabra política, o el propio término político, ultimamente lleva demasiado asociada la palabra corrupción o o el coloquial término chanchullo.
No podemos seguir permitiendo que exista una clase política por sí misma, y ese fallo en nuestro sistema sólo es achacable a la misma población que simplemente cree que es más que suficiente ejercer su derecho al voto sin involucrarse propiamente en el día a día político de su país. Nos hemos acostumbrado a esta democracia en lata en la cual depositamos nuestro voto cada cuatro años y y con ello legítimamos o no a diferentes políticos. Somos unos vagos y unos cómodos.  El propio concepto de democracia ha sido pervertido desde la misma democracia, desde la misma órbita de los partidos políticos, desde los mismos aparatos de esos partidos, alejando cada vez más a la gente del centro de poder alejando también a la población cada vez más de la toma de decisiones trascendentales para ella misma.

Grecia se está resquebrajando desde su propio entorno político. La propia población griega se está rebelando contra decisiones que sus políticos, legítimamente elegidos por este pueblo no hace casi nada de tiempo, están tomando debido a fuertes presiones internacionales. Y todas esas presiones son  injustificables, chantajistas, ventajistas todas ellas atentan directamente sobre la soberanía de un país. Y recuerdo (a mis politicuchos españoles y los alemanes, franceses y griegos) que la soberanía de un país no debe entenderse sólo en términos territoriales sino también en términos económicos, sociales, etc..

No sé a ciencia cierta si el sueño europeo se está resquebrajando o no. No sé si la clase política  griega  es mejor o no que la española, aunque no me sorprendería mucho que fuese así. Y más teniendo en cuenta lo que hemos sabido esta misma mañana. Entiendo es que las soberanías nacionales ahora mismo están siendo atacadas y vituperadas por otros gobiernos de peso específico -tanto que aplastan y son como enormes dinosaurios chantajistas- dentro de Europa, como son el gobierno francés y alemán.

Lo que ha demostrado esta crisis (y nuestros lerdos políticos y nuestra dócil y aborregada población no ha entendido o no ha querido entender) es que  cualquiera de esos dos gobiernos no tiene la varita mágica que solucione la crisis europea. Y ellos lo saben.  Simplemente están obligando a la población hacer sacrificios gigantescos sobre el llamado estado del bienestar, en aras a una recuperación económica que no se ve ni se ha visto por ninguna parte.

 Es esta misma clase política, estos mismos engordadores de curriculum, es este  mismo patrón de político el que está obligando a la población a renunciar a sus derechos. No hay dinero puesto que decidimos salvar a los bancos. Y los bancos (que son los que ahora tienen el dinero) no devuelven un duro. Con lo cual tenemos a los mayores morosos de la historia de toda la humanidad haciéndonos un asqueroso chantaje a las puertas de nuestras casas. Los mismos que si se las dejamos de pagar, nos las quitan.

Estoy seguro de que muy probablemente en caso de una convocatoria de huelga en España, muchos de los que van a salir a la calle  hayan votado el partido que ahora mismo está en el poder. Y no deja de ser coñera - cuando menos- la circusntancia.  La crítica no sólo debe hacerse sobre la clase política, sino también sobre el mismo pueblo que ha votado esa clase, sobre ese mismo pueblo que ha permitido la existencia en sí de esa clase. ¿De verdad alguien cree que con las políticas de recorte salvaje generaremos inversión? ¿de verdad algún demente que puede concebir que  abaratando el despido a niveles de la esclavitud de las clases trabajadoras del siglo xix realmente podemos crear más empleo ?¿ De verdad que algún imbécil  o algún tonto de las pelotas puede creer, o hacerme creer que desprotegiendo socialmente a los trabajadores, a nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestros cónyuges,  generaremos más empleo? No me traten de tonto. De la vida y por la vida soy Licenciado y deben llamarme Señor. Que no se escondan los políticos en estos momentos tan graves: Estamos descapitalizando Europa y las políticas sociales que son inherentes al estado del bienestar europeo, todo en aras a a unos cuantos especuladores de deuda externa y el infinito poder de los bancos. Hay una crisis política a nivel mundial, así como una crisis económica y la gente está empezando a no creerse absolutamente nada. Lo que germine a partir de ahí es una incógnita. Puede que sigamos con el conformismo pacífico y la resignación. Lamentablemente yo creo que no. El estado heleno empieza a demostrarlo.

viernes, 10 de febrero de 2012

Tributo a los soñadores predilectos

Sucedió hace ya unos cuantos meses pero solo ahora tengo el valor de ponerlo en negro sobre blanco. Fue uno de esos momentos de concatenación intensa de emociones, sentimientos, vinculaciones y rotura de las barreras temporales. Fue uno de esos instantes que te quedan dentro, como un perfume, como una luz, como una caricia, como el brillo de un cabello flotando al trasluz de un sol de verano. Se me ha quedado aquí dentro y no me ha soltado en meses y meses. Y es tan hermoso reconocerlo que algunas veces me doy cuenta de lo frágil y extraordinariamente hermosa -según momentos, otras me trata como una desagradecida perra arrabalera-  que es la existencia.

 Fue todo ello en Madrid. Pasamos con unos amigos unos días en  la ciudad y decidimos visitar el parque de atracciones para que nuestras hijas pudiesen disfrutar del recinto, al mismo tiempo que pasábamos el día allí. Madrid estaba medio ausente por vacaciones, el día era imprópiamente cálido y agradable cuando pasamos por la taquilla de Batán. Pau estaba contenta y sonreía desde sus enormes ojos brillantes. Se le prometieron (le prometí) ver a alguno de sus cantantes infantiles favoritos, dar paseos en tren y sobre todo pasarlo bien. Que Pau tuviese dos añitos, recién cumplidos, no eximía ni exime  a un padre de cumplirle las promesas a su hija. Confieso que no he ido mucho a Madrid porque es una ciudad que no me atrae especialmente, está todo demasiado masificado, todo demasiado esquematizado, demasiado atiborrado. Estuve en ciudades más grandes y con más gente, como por ejemplo Nueva York, y no tuve nunca esa sensación de empachamiento humano. La verdad es que la entrada al parque y el propio recinto me gustó, básicamente porque no tenía esa sensación que sufrí en otros lugares de la ciudad. También a ello contribuyó que conjuntamente con mis dos niñas (la grande y la pequeña) entró por la puerta de Batán un niño pequeño. El niño que un día fui. Todo ello sin esperarlo siquiera.

Ahí apareció nuevamente el niño lindo.Transmutación milagrosa:  Fran, el niño extraño y guapo (tan, tan guapo, como decía su abuela paterna) Fue él precisamente el que se encontró con la estatua de su infantíl payaso Fofó en la entrada. Como un dolmen megalítico. Como un estatua mágica, efigie religiosa milagroa,  algo me recorrió por dentro. Hacía un millón de años que no pensaba en el personaje. Yo debía de tener cuatro o cinco años cuando murió. Codificada, secreta, anulada pero súbita apareció la escena en mi casa en la noche de su fallecimiento. "Rezad por él al papá del cielo esta noche" me dijo mi madre, mi madre de la infancia, esa que era tan creyente, tan católica, tan cariñosa. Lo hice. Con toda la fuerza y la seguridad en la fé y existencia de Dios que tiene un niño adoctrinado y aleccionado en el rito.  Creo que al día de hoy mi madre ya no reza. O por lo menos no de la misma forma en la que yo la he visto a lo largo de mi vida,  rezar tantas y tantas veces. Lo recuerdo ahora. Lo recordé en aquel momento. Como un relámpago azul que trajo la escena a mi cerebro. La estatua fue, con su evocación del payaso ya hace tiempo muerto el que me trajo al niño desde dentro.

Bajé, bajamos. el sol discurria tímido como el amante primerizo de una primavera joven y bella. Pensé que los niños mueren y quedan sus cascarones vacíos que somos los adultos. Pau miraba con la ansiedad que tienen los ojos nuevos de ver cosas. Muchas noches, cuando le leo el cuento antes de dormir, me quedo maravillado de sus ojos, esos ojos que tienen tanto y tanto que observar y ver. Súbitamente, ante mis ojos, ante sus ojos surgió la Pérgola. El famoso tiovivo del parque. Un escenario de película. Completo, entero. Con su cabina - ya ahora anulada y claveteada- pero que hasta no hace tanto daba servicio al aparato. Animales de granja, esculpidos de manera primorosa, brillos de barnices de otro tiempo, el olor de la madera noble tratada, las barras de metal forjado y trabajado como solo antes se sabían trabajar: con la maestría que es incapaz de reproducir un sistema computarizado de fabricación. Quedé asombrado. ¿como es que esto  no está en un museo? me pregunté. Era simplemente un auténtico ejercicio de artesanía del siglo XX.

  El primer viaje no fue suficiente. Paula quería más. Otra promesa para cumplir "Dentro de un rato volvemos, te lo prometo" Asintíó. Soy incapaz de fallarle en eso. Esos ojos me matarían si lo hiciese.

Habían pasado un par de horas cuando volvimos a la pérgola. El sol ya iniciaba su descenso sobre la casa de campo. Era un atardecer anarajado y colorista. Entonces me di cuenta de que ya no subía Paula sola al hermoso y maravillos aparato aquel. La pérgola se había convertido en la máquina el tiempo de George Orwell. Mientras Paula subía y bajaba emocionada en el caballito, yo mismo era el niño que vivía en el tiempo de unos padres soñadores y siempre amantes de sus hijos.  Fui el mismo al que su madre y su padre le contaron -a él y a sus hermanos-  que un día los llevarían al parque de atracciones de Madrid. Y lo soñaron en su momento, para aquellos tres niños. Y lo soñaron olvidando las dificultades económicas que pasaban. Y lo soñaron con la idea de cumplirlo. "Es  un lugar enorme, lleno de atracciones como en las ferias" "Es tan grande que tendremos que pasar el día entero allí".  Lo soñé. Lo soñé tantas veces como ellos. Lo soñé tanto y tanto metido en mi cama, tapado hasta la nariz con aquellas sábanas de colores infantiles en aquellas camas azules. Mis padres, mis soñadores predilectos. Que nos amaban tanto y tanto como para hacernos soñar con un parque, con un tiovivo en una lejana ciudad a la que nunca fuimos con ellos.

Y allí estaban mis niñas, cumpliendo la promesa. que un dia me hicieron mis padres. Mi padre, ido ya hace tanto tiempo. Mi madre, mi querida madre que siempre intentó darnos todo, hasta los sueños que sabíamos que eran casi imposibles de cumplir. Para dormirnos ilusionados, metidos cálidamente dentro de unas sábanas de franjas de colores y aislarnos de las templanzas y miserias de una vida injusta. La niña sonreia. con esos ojazos inmensos. Se reía y se reía.  con esa sonrisa y esas carcajadas que me hacen sentir que soy un hombre agraciado. Por ella.  Porque supongo que ella supo que aquel día tanto ella como yo eramos iguales. Eramos dos niños subidos, para siempre, en el Tiovivo de la infancia. El niño fue por fin al prometido parque. Ya no era un simple sueño. Por fin se cumplió la promesa.