Se aventura en el aire la promesa del verano entrante. Ire viene con buenas noticias. Con excelentes noticias. El sur deja de ser una utopia y se presenta como una promesa nueva, una nuevo tiempo. Un nuevo viaje. Viajar de nuevo. Escenario nuevo en la retina. Desplazamiento sobre nuestra rutina. Las frases se vuelve verso. Se describe el alma con el salto de una breve alegria, ahora que apenas las degustamos. Y el alma se vuelve inquieta. Inquieta nuevamente.
Por fin el viaje. Adiós,
adiós. Que me voy. Que ya no estoy. Se promete Cadiz, se insinúa. Y pro fin, aunque sea rápido, iré hasta mi añorada andalucía. A ver, a ver si finalmente las cosas funcionan y por fin el alma se recrea en el escenario anhelado. Me prometen el sur… y el alma baila… me siento herido de felicidad… ¡Cuanto tiempo sin sentirse así! El alma danza en la alegria inherente a sentir un nuevo proyecto. Que se acabe este tiempo de tristezas concatenadas. Que venga por fin la alegria. Por fin me espera el Sur.
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