
Me levanto despacio con la cabeza estallando en cada latido. Afuera un día gris se ahoga encima de las efigies blancas de edificios multitudinarios. Ventanas preñadas de ropa colgante para escurrir. El atlántico envía un frente ceñudo y huraño, escaso de agua. Yo mientras, seguro, confortablemente seguro, tremendamente seguro detrás de un ventanal de aluminio. Las luces de la calle se desangran sobre los colores blanquecinos de la acera ultrajada....