miércoles, 3 de febrero de 2010

Ratones de azúcar bajo la lluvia.

 

 

Afuera la vida sigue un curso extraño. Los días pasan serenos, azules a veces, sinceros y yo aquí esperando el transcurrir de las horas.

Ayer fui con mi corazón pequeñito a pasear en la alameda. Necesitaba un tiempo con ella, necesitaba un rato escuchar su corazón, sus pequeños latidos, su enorme capacidad de vida. Parame a contemplar con el alma en jirones esos ojos enormes, esos miradores del mundo. Ella me da ilusión y fuerza. Se rie pese al frío. Me rio con ella mientras tomamos un café juntos. Sonrisas sin malicia, llenas de inocente ternura y mientras ciscamos la papila de frutas por doquier.  La gente al pasar me mira. Miradme si quereís, digo. LA felicidad es un extraño virus, una extraña enfermedad que de vez en cuando se contagia incluso a los que no quieren sentir su efecto. La felicidad está en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, en las tardes de invierno conjuntamente con tu hija, con tus cosas, con tus pensamientos, en los paseos, en los caminos trillados mil veces. La felicidad está en todas partes, me digo. 

Y el sol brillaba ya bajo, destilando colores naranjas pálidos, y se reflejaba en la enorme fachada de la catedral. Paula me mira y yo la miro. Y luego sonrie, como siempre. Yo que fui como un ratón de azúcar bajo la lluvia, que se deshacía en la tristeza a las primeras de cambio no puede tener mejor sanación. La vida me lo ha dado todo. Tengo prácticamente todo. Sin duda alguna en la tarde de ayer fui enormemente feliz. Quiero vivir, me digo. Necesito vivir.

 

Nada me da tanto en la vida como ellas.

For when it comes right down to it there's no use trying to pretend
For when it gets right down to it there's no one really left to blame
Blame it on me, you can blame it on me
We're just sugar mice in the rain

Sugar Mice

-Mariilion-

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